viernes, 16 de noviembre de 2007

EL ESPECIALISTA HERMAN PARRET COMPARTE SU VISIÓN SOBRE LA SEMIOESTÉTICA Y EL COLOR

"La experiencia estética, con el fin de comprender el arte contemporáneo, consiste en poner en marcha la corporalidad del espectador, teniendo al cuerpo como coordinador de todos los sentidos: hay que moverse, observar desde varios puntos, sentir y trabajar con el cuerpo, dando lugar a una experimentación cinestésica que recree un juego de sentidos y no una fórmula lineal de encuentro con las obras", dice Herman Parret, especialista que actualmente imparte tres conferencias magistrales en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).
La semiótica, como conjunto de significados y significantes, es la propiedad del objeto dentro de su estructura de percepción, como práctica subjetiva -afirma el también filósofo del lenguaje- quien abarca este campo a partir de un espacio enmarcado por la experiencia estética, más allá del análisis del mero objeto artístico. Es decir, abre la semiótica hacia la estética, entendida como una doctrina del conocimiento sensible, estableciendo que los sentimientos nacen de lo concreto de las experiencias y de las sensaciones, sin importar que éstas sean moldeadas por la imaginación o el entendimiento.
En cuanto a la aplicación de la semioestética dentro del arte, el profesor emérito de la Universidad de Louvain, Bélgica, señala que con la llegada del modernismo las obras comenzaron a lanzar una invitación para ser vistas y vividas, entablando una cerrada lucha con los preceptos que hasta entonces había sentado el academicismo.
Cabe señalar que esta interdisciplina o multidisciplina trabaja paralelamente con dos grandes escuelas: la de París y la anglosajona representada por Pierce, aunque Parret aclara que no se trata de algo reciente, sino que ha existido en todo lugar donde los estudiosos se han interesado por la experiencia estética.
De esa manera, el resultado es una forma de apreciar el arte más humana, pues el contacto corporal es más cercano y se privilegia su vivencia; pero al mismo tiempo menos humanista, ya que los discursos ideológicos idealistas se han ido rompiendo o segmentando poco a poco.
Sin embargo, en un mundo en el que abundan las imágenes violentas, se corre el riesgo de sufrir una desensibilización, pues los principales referentes de los jóvenes son las imágenes, sin texto o cualquier otra referencia, lo cual provoca que los sentidos, excepto la vista, se vean severamente disminuidos. "Es importante que no sólo vivan la máquina de la visión, sino que experimenten en otro campo de sensación y emoción".
Por tal motivo, Parret recomienda que desde la educación básica los niños se sensibilicen y aprendan a vivir mediante su cuerpo, para de ahí trascender a la educación artística o a otros campos del conocimiento. No obstante, también menciona que preferentemente sobre los enfoques interdisciplinarios y transdisciplinarios deben considerarse el sincretismo y la cinestesia, como un puente que vincule con una visión más global y sincrética de las obras de arte.
En cuanto a una experiencia colectiva, compartida de manera común entre espectadores de artes escénicas, Parret la distingue como un momento ubicado entre lo erótico y la mística, un suceso que aún no puede ubicar dentro de la estética.

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